martes, 12 de junio de 2012

Los Polvos Mágicos



Liam era un pequeño duende que vivía en el bosque. Desde siempre, Liam soñó con ser un niño normal y no se acostumbraba a su vida aunque había cientos de duendes y hados más.

Como cada mañana, el pequeño Liam fue a visitar el pueblo. Al ir caminando, se encontró con un hada. Ella se llamaba Luci y era un hada mágica como pocas en el bosque.

Liam nunca la había visto por allí, en cambio el hada sí lo había visto a él.

- Sé que sueñas con ser un niño normal y yo te puedo ayudar –dijo Luci.

El pequeño duende sorprendido siguió su camino sin echar cuenta de lo que esa hada había dicho, aunque pensó todo el camino en aquello.

Esta vez, al llegar al pueblo no se sintió muy bien, al ver a todos los niños jugar, y se sentó en una piedra a llorar.

De repente, vió cómo algo comenzó a brillar. Se secó las lágrimas y decidió acercarse hacia la luz brillante. Al fondo se escuchaba una dulce voz que decía:

- Pequeño Liam, se fuerte y sigue este camino, muy pronto tu sueño se hará realidad.

Liam siguió la luz, que lo llevó hasta un árbol, en el cual había una puerta. Al abrirla, estaba ella sentada en un gran trono como si fuera una reina, Luci.

- ¿Cómo me puedes ayudar a cumplir mi sueño?

- Es muy fácil –respondió el hada. Si tú me ayudas a mí, yo podré ayudarte.

- Cómo puedo ayudarte si soy un duende pequeño e inútil?

- Necesito unos polvos mágicos, ellos me ayudarán a hacer feliz a muchas personas, tú entre ellas.

La luz desapareció y el duende comenzó a caminar en busca de la primera prueba.

Tras un largo camino y cuando ya no tenía esperanzas de encontrar nada, sintió cómo el suelo se movía y una gran grieta se abría. El niño siguió el camino de la grieta.

Después de andar un largo tiempo, vió en el fondo una pequeña luz. Liam corrió hacia ella. Al cruzarla, vio que era un río. En medio de aquel río, había una gran olla donde se encontraban los polvos mágicos que necesitaba el hada Luci.

El duende los cogió rápidamente con una pequeña bolsita que se encontró tirada y volvió lo más rápido que pudo al árbol del hada. 

Cuando Luci apareció allí, él le dio los polvos mágicos. Ella, muy feliz, cogió la bolsita donde se encontraban los polvos.

- Muchas gracias pequeño Liam. Ahora, con estos polvos mágicos que yo te voy a echar te convertirás en un humano, después de todos estos años.

De repente, el duendecillo se convirtió en niño.

- ¡Oh, no me lo creo! Después de haber deseado tanto ser así.

- Gracias Luci, de verdad. Este ha sido el día más feliz de mi vida.

Autoras:
Carmen Sánchez Aguilar. 3º C
Gema Mora Aroca. 3ª B.

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