martes, 12 de junio de 2012

El Mundo de los Ónfalos


Sobre las doce de la noche, cuando toda la casa estaba en un absoluto silencio, se despertaban unos seres mágicos y maravillosos, que se llamaban ónfalos y vivían en los enchufes de la casa.

La familia que habitaba en esta casa eran los Muñoz y estaba habitada por el padre, la madre y dos hijas de seis y ocho años, la menor llamada Daniela y, la mayor, Alicia.

Los seres mágicos también eran una familia, con su padres, su madres y tres hijitos pequeños y muy juguetones.

Para que lo conozcáis, os voy a hablar un poco de ellos. Son extremadamente diminutos, tanto que apenas se pueden ver a simple vista, necesitas una lupa para poder apreciarlos. Su forma de moverse de un lugar a otro de la casa es a través del cableado de los enchufes, y a la misma velocidad que la luz, están en la cocina y de repente pueden estar en la parte alta de la casa, es sorprendente como lo hacen.

Y os preguntareis, ¿cómo pueden moverse a través del cableado de los enchufes sin ser electrocutados?

Pues es muy sencilla la respuesta: porque son seres mágicos.

Sus cuerpos son delgaditos y alargados, el pelo lo tienen largo y de colores muy vivos: el más pequeño lo tiene rojo, el mediano azul y el mayor, amarillo chillón, la mamá lo tiene rosa y el padre naranja.

Una noche, la hija mayor de esta familia se sentía un poco indispuesta, eran las dos de la madrugada y se levantó para ir al baño. Estando en el servicio sentada, vio en el enchufe que había junto al lavabo unos pequeños chispazos y unos colores muy vivos moviéndose. Rápidamente fue a su habitación y cogió una lupa que tenía en su escritorio.

Cuando llegó al baño, había desaparecido. Entonces pensó que había sido algo imaginario, que estaba un poco dormida. Pero al entrar de nuevo a su habitación, volvió a ver esas chispas en el enchufe de su escritorio y se acercó sigilosamente, acercando la lupa con cuidado para no electrocutarse.

- ¡Dios mío! ¡Son seres diminutos!

La niña se quedó impresionada y fue corriendo a despertar a su hermana para que los viera.

- Daniela, ¡despierta, despierta!

La pequeña se levantó y no entendía lo que su hermana le decía, pero cuando se acercó, al verlos, no  se lo podía creer, no paraba de frotarse los ojos.

- Alicia, ¿qué son esas lucecitas que se mueven tanto?

- Pues no sé, hermana, yo acabo también de descubrirlas y te he llamado para que las vieras.

Entonces se pusieron con la lupa a examinarlos y vieron que eran como personas, pero diminutas. Lo que las hermanas no se esperaban es que les hablaran y cuando esto sucedió, se miraron estupefactas.

- Hola, ¿cómo os llamáis? –dijo el mayor de los tres hermanitos.

- Yo soy Alicia y ella es Daniela.

- ¿Y vosotros, quiénes sois? –dijo la pequeña Daniela.

- Somos ónfalos y vivimos desde hace un tiempo en esta casa.

Desde ese momento se hicieron amigos y también salían de día, pero eran casi invisibles porque con la luz del día no brillaban. A veces iban al colegio con las hermanas, escondidos en la mochila.

En el cole, cuando los profesores veían a las hermanas hablar con los ónfalos, se creían que tenían amigos imaginarios. Un día llamaron a sus padres para decirles lo que estaba pasando. Ellas se asustaron porque no sabían qué excusa ponerles y  no querían descubrir a sus amiguitos, así que dejaron de llevarlos al cole y sólo jugaban con ellos en su casa.

Cuando los padres de los ónfalos descubrieron la amistad entre ellos, se opusieron porque pensaban que les podrían ocurrir algo malo y les prohibió a sus hijitos que salieran de los enchufes a jugar con ellas.

Habían pasado dos días y las niñas estaban preocupadas porque los llamaban y ellos no aparecían.

- Alicia, ¿qué les habrá pasado, se habrán ido de nuestra casa?

- Pues no lo sé, o a ver si están enfermos.

Cuando pasó una semana, el mayor de los ónfalos apareció y estuvieron hablando. Les explicó lo que había sucedido y las hermanas empezaron a llorar poque no entendían el motivo para no ser amiguitos.

El ónfalo fue rápidamente a llamar a sus papás y cuando éstos llegaron y vieron a las hermanas llorando, no tuvieron otra opción que dejar a sus hijos jugar con ellas.

Desde ese momento se hicieron inseparables. Iban los cinco a todos los sitios juntos. Como eran tan pequeñitos, se escondían en cualquier sitio, donde más le gustaban esconderse era en el pelo de las hermanas porque allí iban bien sujetos y lo veían todo, estaban más seguros de no ser aplastados.

Cuando llegaron las vacaciones, fueron a la piscina y cuál fue la sorpresa, los ónfalos al ver tanta cantidad de agua se asustaron, se agarraron fuertemente al pelo de las hermanas y chillaban que se fueran de allí. Las hermanas se creían que era un juego como tantos, porque estaban todo el día jugando. Se quitaron la ropa y corriendo se metieron en el agua. Los ónfalos saltaron rápidamente de la cabeza al suelo y desaparecieron rápidamente antes de caer al agua.

Cuando Alicia y Daniela se salieron de la piscina, no encontraban  a los hermanitos, buscaron y buscaron pero no daban con ellos.

- ¿Dónde estarán? ¿Pero dónde se habrán metido? –se preguntaban las niñas.

Estuvieron dos horas buscándolos por toda la piscina y no había medio de encontrarlos, tan diminutos, podían estar en cualquier rinconcito.

Hasta que Alicia se dio cuenta y le dijo a la hermana.

- Vamos a los enchufes de los baños, seguro que están allí.

Y así fue, temblando de miedo estaban los tres hermanitos.

- Pero ¿qué pasa? –dijo la mayor.

- ¿Qué pasa? Nosotros no podemos tocar el agua, tenemos mucha electricidad y nos quedaríamos fritos en una piscina tan inmensa.

Las niñas cogieron rápidamente sus cosas y se fueron a casa. Sus padres se quedaron sorprendidos al verlas llegar tan pronto.

- ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué habéis regresado tan pronto de la piscina? –preguntó la madre.

- No, nada mamá, a Daniela le duele la tripa.

- Ah, vale, pues mañana si está mejor, vais.

Al día siguiente, las niñas volvieron a la piscina, pero esta vez los ónfalos se quedaron en casa, no querían volver a pasar ese susto al ver tanta cantidad de agua.

Autora:
Paola Doroteo Torres. 3º C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Pedimos, por favor, que los comentarios sean respetuosos y constructivos